Pipo llegó siendo un cachorrón inocente y buenazo y pese a que de eso hace ya más de un año, mantiene intacto su espíritu juguetón y sólo tiene ganas de diversión. Su compañera de jaula ahora es Nieve, otra perra encantadora, así que se pasan las horas retozando y dándose juego.

No queremos que siga pasando sus días en una jaula, tiene toda una vida por delante y unas enormes ganas de ser feliz. 

Sólo hace falta que alguien quiera canalizar esa vitalidad y cuidarlo como merece. ¿Quién quiere convertirse en su familia para siempre?

Es un perro sociable, cariñoso y lleno de energía, siempre dispuesto a compartir su alegría con personas y otros perros. 

A pesar de todas sus virtudes Pipo sigue siendo invisible para la gente. No entendemos por qué nadie se fija en él cuando tiene tanto amor para dar.